GEDÄCHTNISTAG FÜR WAHRHEIT UND GERECHTIGKEIT
DÍA NACIONAL POR LA
MEMORIA, LA VERDAD Y LA JUSTICIA
La
literatura permite a las niñas y niños, entrar en un universo simbólico de
temáticas desafiantes y al mismo tiempo controvertidas que -como en esta
oportunidad- se constituye en fuente histórica para conocer algunos aspectos de
una época.
Se trabajó con los niños y
niñas de las terceras secciones el cuento de Beatriz Doumerc
“EL
PUEBLO QUE NO QUERIA SER GRIS’’ explicándoles que hace mucho tiempo atrás, el
mismo fue censurado, es decir PROHIBIDO.
También
se trabajaron las palabras que definen este día: MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA,
donde cada uno pudo expresar su opinión sobre lo que podrían significar.
Compartimos
con ustedes fotos de todo lo trabajado en la sala y el cuento para quienes
gusten leerlo.
El pueblo que no
quería ser gris
Beatriz Doumerc
Había
una vez un rey grande, en un país chiquito.
En
el país chiquito vivían hombres, mujeres y niños. Pero el rey nunca hablaba con
ellos, solamente les ordenaba.
Y
como no hablaba con ellos, no sabía lo que querían; y si por casualidad lo
sabía, no le interesaba.
El
rey grande del país chiquito, ordenaba, solamente ordenaba: ordenaba esto,
aquello y lo de más allá, que hablaran o que no hablaran, que hicieran así o
que hicieran asá. Tantas órdenes dio, que un día no tuvo más cosas para
ordenar.
Entonces
se encerró en su castillo y pensó, hasta que se decidió: “ordenare que todos
pinten sus casas de gris”
Y
todos pintaron sus casas de gris. Todos menos uno; uno que estaba sentado
mirando el cielo y vio pasar una paloma roja, azul y blanca. “¡oh, qué linda!, dijo
maravillado, “pintaré mi casa de rojo, azul y blanco!”. y la pintó nomás.
Cuando
el rey miró desde su torre y vio entre las casas grises una roja, azul y
blanca, se cayó de espaldas una vez, pero enseguida se levantó y ordenó a sus
guardias: — ¡traigan inmediatamente a uno que pintó su casa de rojo, azul y
blanco!
Pero
mientras llegaban a la casa de “uno”, otro que viva en la casa vecina dijo:
“qué linda casa; yo también pintaré la mía así”. Y la pintó nomás. Entonces
cuando los guardias llegaron, no supieron cuál era la casa de uno y cuál la
casa de otro, así que regresaron al castillo y hablaron con el rey.
— ¡no puede ser —dijo el rey, y miró desde la
torre. Al ver lo que vio se cayó de espaldas dos veces, pero enseguida se
levantó. Y ordenó a sus guardias: — me traen a uno y a otro, ¡inmediatamente!
Pero ya un tercero había visto las dos casas de rojo, azul y blanco y en un
instante pintó la suya
Los
guardias no tuvieron más remedio que regresar y preguntarle al rey:
— ¿qué hacemos, traemos a uno, a otro y a
otro? Entonces el rey se cayó de espaldas tres veces, y los guardias tuvieron
que ayudarlo a levantarse.
— ¡traen a los tres! —dijo en cuanto estuvo
levantado. Pero cuando los guardias bajaron, no había tres casas pintadas.
Había 333.333. —bueno— dijeron los guardias cuando terminaron de contarlas. —se
lo diremos al rey. Y el rey se cayó de espaldas una vez, dos, cuatro, ocho,
dieciséis, treinta y dos, sesenta y cuatro y ciento veintiocho veces.
Mientras
se caía y lo levantaban, el rey ordenaba. — ¡que me traigan todo lo que sea
rojo, azul y blanco! Los guardias bajaron ligerito.
En
la ciudad había 333.333 casas rojas, azules y blancas, y las aceras eran rojas,
azules y blancas, y los perros metían las colas en los tachos de pintura y
luego se sacudían al lado de los árboles, los jinetes con sus ropas recién
pintadas subían a los caballos y los caballos al galopar dejaban los caminos
pintados; y todos las miraban y se sentían muy contentos. Todo era rojo, azul y
blanco.
todo menos el rey, sus guardias y el castillo.
— ¡todo aquel que sea rojo, azul y banco debe marchar inmediatamente al
castillo! ¡el rey lo ordena! —dijeron los guardias. Y todos hombres, mujeres,
niños, ancianos, caballos, perros y pájaros, gatos y palomas, todos los que
podían marchar, llegaron al castillo. Eran tantos, tantos, y estaban tan
entusiasmados, que al momento el castillo, las murallas, los fosos, los
estandartes, las banderas, quedaron de color rojo azul y blanco. Y los guardias
también.
Entonces
el rey se cayó de espaldas una sola vez, pero tan fuerte que no se levantó más.
El rey de la comarca vecina,
Al
mirar desde lo alto de su torre dijo: —algo ha sucedido, el rey del país
chiquito ha cambiado el color de sus estandartes, enviaré a mis emisarios para
que averigüen lo que ha sucedido. — ¿qué ha sucedido?, ¿qué ha sucedido?
—preguntaron los emisarios, cuando estuvieron en presencia del rey. Pero el rey
grande del país chiquito estaba tan caído, que ni siquiera podía contestar.
Entonces “uno” dijo: —resulta que yo
estaba en la puerta de mi casa, tomando el fresco, mirando el cielo, y vi.
Pasar una paloma roja, azul y blanca, y entonces... y siguió contando todo lo
que había sucedido. —pondremos sobre aviso a nuestro rey –dijeron los emisarios
del país vecino, no vaya a ser que le pase lo mismo. Y marcharon al galope.
Claro que los caballos llevaban ya sus patas pintadas, y mientras galopaban,
pintaban los caminos de rojo, azul y blanco... Pero fueron las palomas, las que
primero llegaron a la comarca del rey vecino. Y uno que está sentado en la
puerta de su casa tomando el fresco, las vio y dijo: — ¡oh, qué lindo!, pintaré
mi casa de rojo, azul y blanco. Y la pintó nomás y... Como pueden ustedes imaginar
este cuento que acá termina por otro lado vuelve a empezar.
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